Cuando era niño, recuerdo que era muy creyente, muy religioso, apegado a las normas de la Iglesia Católica y los Diez Mandamientos, pedía ir a Misa los domingos, y aunque mis padres nunca fueron aquellos que se rasgan las vestiduras cada domingo, recuerdo haber ido mucho a Misa de Muertos o por el descanso eterno de aquellos. La verdad, nunca me aguante mucho la Misa, al final, era un niño, y como tal no podía estar mucho tiempo quieto, sin embargo, pese a ello, siempre escuchaba los mensajes del sacerdote con atención, me gustaba aun más si hacía sorna de ello, si les llamaba la atención a mis padres por como nos trataban en casa, con bromas que solo él y mis padres entendían, y por supuesto yó, que miraba con mirada cómplice al sacerdote y luego a mi mamá, como diciendo, - ves, el también sabe lo que pasa en casa -.
Yo era; creo; un niño normal, jugaba en la chacra con mis primos casi todos los días, imaginándonos, Tarzan en plena selva, o jugábamos a la pelota con ellos y mi hermano, alucinando que eramos como algún jugador de fútbol de esa época gloriosa en que Perú estaba en un Mundial; para ser franco, no se bien si llegó al mundial o era solo una eliminatoria, pero veíamos reunidos en la sala de mi casa los partidos de la selección peruana contra otras selecciones, y para mi, a esa edad era que mi equipo estaba en el Mundial, pero ese no es el tema.
En el colegio, era más bien introvertido, era un alumno regular, no era el primero de la clase ni pretendía serlo, pero tampoco era el último, era más amigo de mi compañero de carpeta que del resto del grupo, cada año cambiaban de compañero de carpeta y cada año justo ese, era mi mejor amigo, creo que por alguna razón los ponía Dios en esa carpeta, hubo un año en que me dio por escribir poemas y canciones, por alguna razón todas tenían como mensaje mi amor a Dios, felizmente a mi compañero de carpeta también le gustaba escribir y cantar, así que pasábamos los recreos enteros escribiendo en aquel cuaderno perdido y cantando a voz en cuello como dos predicadores absortos en su religión sin pensar en nada más.
Por alguna razón, y como en toda familia, nunca faltaron los problemas en el hogar, discusiones entre mis padres, peleas con mi hermano y a veces con mis primos, líos de faldas, malas costumbres, machismo e incomprensión, el trabajo de mi Padre que lo absorbía por completo, el llanto de mi Madre por los problemas, en fin; eramos una familia normal. Pero aquellos problemas marcaban mi vida; mi alma frágil sufría por cada embate de problemas; mi espíritu sufría con el llanto de mi madre, así que cada noche le pedía a Dios en mis oraciones que alivie esas penas, que resuelva esos problemas... Mis padres hablaban de Divorcio, mi hermano nunca los tomó en serio, yo sí. Y entonces le rogué a Dios que nos salve, que nos cubra con su manto de paz, pero esa paz nunca llegaba... Pasó el tiempo, y aprendí a vivir con esos problemas, aprendí a alejarme de aquellos, pero nunca pare de sufrir, así crecí y cuando tenía once o doce años, no lo recuerdo bien, pasó un episodio que marcó mi vida...,
Se acercaba la Navidad, nunca hay mejor fecha que esa, pues aquel día se recibían regalos, y por supuesto se daban regalos, se repartían tarjetas casa por casa, era todo un ritual de navidad, se armaba el nacimiento y el árbol de navidad se llenaba de luces; yo había juntado dinero para comprar una cajita musical para mi Mamá, que era el ser más importante de mi vida, esta vez le compraría una roja, con espejo, forrada en terciopelo y con una imitación de gema roja en la tapa; ya la había visto; la había escogido meses antes, cuando iba al mercadillo, siempre la veía; muchas veces sin que mi madre se diera cuenta había preguntado insistentemente el precio y ya casi me alcanzaba. Un día antes de Navidad, conté sobre mi cama todas las monedas que había juntado, fui a la tienda y las cambie por un par de billetes, ya todo estaba listo, aquel día le compraría a mi madre la cajita Musical mas bella del mundo, me aliste rápido, pedí permiso para salir y salí rumbo al Mercadillo "28 de Julio", fui de frente al puesto en que vendían la dichosa cajita, pregunté pero dude antes de comprar, podía existir una más bella, así que decidí caminar, recorrer cada pasillo y cada puesto y buscar la mas hermosa, eso me tomó casi toda una mañana, pero la encontré, la Cajita más hermosa del mundo estaba frente a mis ojos, le pedí al vendedor me la muestre; que la pruebe, escuche la dulce melodía que emanaba de su caja de resonancia, me refleje en el espejo interior y fui absolutamente feliz, pensando en el rostro de mi madre al recibirla el 25 de diciembre en la madrugada, justo después de cenar el pavo navideño; - envuélvala señor, la llevo, - fueron mis palabras mientras metía mis manos en los bolsillos para sacar los billetes, pero fue en vano, no los encontraba, me desesperé, empecé a sudar frío, el vendedor ya había terminado de embolsar el regalito y me miraba con cara de que perdía el tiempo, como diciendo, - apúrate que tengo muchas cosas más que hacer -. Puse todos mis bolsillos en el mostrador de vidrio, mis papeles gastados, mi boleto del micro de la linea siete, mis bolitas de vidrio, la billetera de tela que me encontré en Lima a la que le busque en cada recoveco sin encontrar los benditos billetes que ya en mi mente se habían convertido en "malditos". Mire con los ojos llorosos al vendedor, y disimulando y escondiendo aquel llanto, le dije - espere, debe ser que he olvidado el dinero; discúlpeme, regreso en un momento, no lo vaya a vender -, y salí corriendo, las lagrimas ya empezaban a correr por mis mejillas, corrí y corrí por esos pasillos tropezándome con la gente, empujándolos de rabia, como si en cada choque desfogara en algo el calor y la rabia que tenía dentro. Busque un lugar, no recuerdo bien donde; fue en un parque o algo así, miré al cielo y grite fuerte ¡¡¡¿por qué?!!!, ¿por qué me haces esto a mi?, ¿qué te he hecho?, si te he dedicado toda mi vida a ti, te he hecho canciones, he orado todas las noches, voy a misa, ¿por qué me haces esto a mi?, ¿por qué me haces sufrir así?, - Empecé a recordar todos los incidentes pasados en mi casa, mis notas regulares, el alejamiento de mi Padre por su trabajo, el probable divorcio de mis padres, el llanto de mi madre, mi vida entera pasó ante mis ojos en esos segundos, minutos u horas, no lo se, solo recuerdo que ese video era solo de los peores momentos de mi existencia, y casi casi, eran todos los momentos de mi vida, de mi corta vida; estaba enojado, irritado, decepcionado con Dios; Dios me había fallado o simplemente había estado perdiendo el tiempo y la verdad era que Dios no existe, y nunca existió.
Se acercaba la Navidad, nunca hay mejor fecha que esa, pues aquel día se recibían regalos, y por supuesto se daban regalos, se repartían tarjetas casa por casa, era todo un ritual de navidad, se armaba el nacimiento y el árbol de navidad se llenaba de luces; yo había juntado dinero para comprar una cajita musical para mi Mamá, que era el ser más importante de mi vida, esta vez le compraría una roja, con espejo, forrada en terciopelo y con una imitación de gema roja en la tapa; ya la había visto; la había escogido meses antes, cuando iba al mercadillo, siempre la veía; muchas veces sin que mi madre se diera cuenta había preguntado insistentemente el precio y ya casi me alcanzaba. Un día antes de Navidad, conté sobre mi cama todas las monedas que había juntado, fui a la tienda y las cambie por un par de billetes, ya todo estaba listo, aquel día le compraría a mi madre la cajita Musical mas bella del mundo, me aliste rápido, pedí permiso para salir y salí rumbo al Mercadillo "28 de Julio", fui de frente al puesto en que vendían la dichosa cajita, pregunté pero dude antes de comprar, podía existir una más bella, así que decidí caminar, recorrer cada pasillo y cada puesto y buscar la mas hermosa, eso me tomó casi toda una mañana, pero la encontré, la Cajita más hermosa del mundo estaba frente a mis ojos, le pedí al vendedor me la muestre; que la pruebe, escuche la dulce melodía que emanaba de su caja de resonancia, me refleje en el espejo interior y fui absolutamente feliz, pensando en el rostro de mi madre al recibirla el 25 de diciembre en la madrugada, justo después de cenar el pavo navideño; - envuélvala señor, la llevo, - fueron mis palabras mientras metía mis manos en los bolsillos para sacar los billetes, pero fue en vano, no los encontraba, me desesperé, empecé a sudar frío, el vendedor ya había terminado de embolsar el regalito y me miraba con cara de que perdía el tiempo, como diciendo, - apúrate que tengo muchas cosas más que hacer -. Puse todos mis bolsillos en el mostrador de vidrio, mis papeles gastados, mi boleto del micro de la linea siete, mis bolitas de vidrio, la billetera de tela que me encontré en Lima a la que le busque en cada recoveco sin encontrar los benditos billetes que ya en mi mente se habían convertido en "malditos". Mire con los ojos llorosos al vendedor, y disimulando y escondiendo aquel llanto, le dije - espere, debe ser que he olvidado el dinero; discúlpeme, regreso en un momento, no lo vaya a vender -, y salí corriendo, las lagrimas ya empezaban a correr por mis mejillas, corrí y corrí por esos pasillos tropezándome con la gente, empujándolos de rabia, como si en cada choque desfogara en algo el calor y la rabia que tenía dentro. Busque un lugar, no recuerdo bien donde; fue en un parque o algo así, miré al cielo y grite fuerte ¡¡¡¿por qué?!!!, ¿por qué me haces esto a mi?, ¿qué te he hecho?, si te he dedicado toda mi vida a ti, te he hecho canciones, he orado todas las noches, voy a misa, ¿por qué me haces esto a mi?, ¿por qué me haces sufrir así?, - Empecé a recordar todos los incidentes pasados en mi casa, mis notas regulares, el alejamiento de mi Padre por su trabajo, el probable divorcio de mis padres, el llanto de mi madre, mi vida entera pasó ante mis ojos en esos segundos, minutos u horas, no lo se, solo recuerdo que ese video era solo de los peores momentos de mi existencia, y casi casi, eran todos los momentos de mi vida, de mi corta vida; estaba enojado, irritado, decepcionado con Dios; Dios me había fallado o simplemente había estado perdiendo el tiempo y la verdad era que Dios no existe, y nunca existió.
Baje la mirada y mire al mundo alrededor mío; algo había cambiado; mi cabeza estaba llena de duda y rabia, tomé nuevamente la linea siete, iba parado y tomado del tubo para no caer, mis lagrimas no dejaban de mojar mi rostro; en mi cabeza recordaba aquel sueño de ver a mi madre sonreír en Navidad al recibir el regalo que yo le daba, y luego veía como se desvanecía ese recuerdo jamás vivido como una burbuja de jabón.
Llegue a la esquina de mi casa, bajé del ómnibus azul y rojo, y casi me caigo por distraído, me recuperé y empece a avanzar lento, sin ganas, o más bien con ganas de vengarme, vengarme de Dios.
Entré y fui directo al nacimiento, mientras me acercaba veía las luces, la estrella de Belén pegada en la pared, yo mismo había armado ese nacimiento, y cuando estuve lo suficientemente cerca lo vi;... la estatuilla del niño Jesús debajo de un mantelito bordado. Saque el mantelito y lo vi, mis ojos se volvieron a llenar de lagrimas y cólera, lo tome en mis manos, y le hablé como si lo conociera, lo odie, le dije lo mal que me sentía y que me había defraudado, - tu no existes más para mi, desde hoy no creo más en Dios -, y mientras gritaba eso, lo tire contra la pared con toda la fuerza que podría tener un niño de esa edad, y lo vi partirse en mil pedazos. El Impacto provocó sonoro estruendo en toda la casa, así que vinieron pronto hasta donde yo estaba, Mi mamá, mi hermano y la empleada, todos absortos con la escena. Verme a mi, parado frente a aquella pared, y en el suelo, los restos del que debía nacer en algunas horas más; ese fue casi un aborto espiritual, me había convertido en un HERODES; mi hermano me llamó así, y se rió de mi, lo que me dio aún más cólera; mi madre le llamó la atención y me llamó a un lado para conversar conmigo, pero en su rostro estaba una mirada socarrona, como quien ve a un niñito malcriando haciendo berrinche, y en ese estado me trato de explicar que cualquier cosa que haya pasado no era culpa de Dios, aunque noté en su voz que tampoco estaba muy segura de lo que decía, al poco tiempo de aquel día, escuche a mi madre decir que Dios no existe, ¿mi vida cambió?; no; mi vida seguía siendo la misma, solo que ya no escribía canciones para Dios, y los poemas fantaseaban con una de las pocas niñas que había en el colegio, se llenaron de lujuria y apasionamiento, pronto llegó el día de mi primera enamorada, que ocupará seguramente otro relato en este blog.
Así pasaron los años, terminé el colegio e ingresé a la Universidad, y cada vez que alguien hablaba de Dios, lo refutaba inmediatamente, me había vuelto un experto en otorgar razones para explicar la inexistencia de Dios, respetaba a Juan Pablo II, pero no porque fuera el Papa, sino porque lo consideraba un buen hombre, pero nunca lo creí Santo, hay gente buena en éste mundo, y también hay gente mala, no necesariamente porque tengan que ver con Dios, jamás iba a Misa, pese a que había hecho mi Primera Comunión, no había hecho, ni me interesaba hacer mi Confirmación, aunque muchos niños de mi colegio si lo habían hecho, no visité nunca más a mi Padrino de Bautizo y de mi madrina, había olvidado hasta el nombre, me hacia llamar "Ateo", cada vez que podía, afirmaba siempre que Dios no existe, y realmente tenía todas las razones para predicar su inexistencia.
En la Universidad, parte de la currícula en Estudios Generales era el Curso de TEOLOGÍA, con el Padrecito Efraín Zanga; - jamás lo olvido -. El primer día de clases, se presentó y pidió que se parasen los católicos, y luego de sentarse estos, pidió que se pusieran de pie los que profesaban otro culto o religión, y se pararon algunos, mientras que mi compañero y yo seguíamos sentados, habló con cada uno de los que profesaban otra religión distinta de la católica y le indicó que iba a respetar su culto, y cuando terminó de hablar con cada uno de ellos volvió la mirada ante nosotros, que extrañamente nos habíamos sentado juntos, debo indicar que además de mi, había otro sentado también muy cerca, que no se había parado ninguna vez, su mirada achinada y rojiza, su nariz aguileña, su cabello lacio y corto sometido con gel en los costados, jeans y casaca de cuero negra, imponente, absolutamente seguro de si mismo, tenía la pinta de un drogadicto en motocicleta y nosotros dos, - pónganse de pie -, nos dijo sorprendido y agregó; - Ustedes no se han puesto de pie ni una sola vez, ¿pueden decirme por qué? - Nos mirábamos y sonreímos, con una sonrisa cómplice, y el otro chico de casaca negra se apresuró a decir, muy seguro de mi mismo y riéndose casi a carcajadas -"es que somos Ateos pues, no creemos en nada"- Los tres sonreímos; y afirmamos lo mismo, todo el salón se reía. La cara del Padre Zanga, se lleno de una extraña felicidad e inmediatamente, como si las palabras se salieran de su boca dijo, - les tengo un trabajito especial para ustedes; Ustedes se van a encargar de lo siguiente: van a hacer un trabajo monográfico y van a preparar la exposición acerca de "Las pruebas de la existencia de Dios", deberán leer a Santo Tomas de Aquino;- ¿No deberíamos recibir el mismo trato de aquellos que profesaban otra religión?, al fin y al cabo no profesamos la religión católica, ¿por qué nosotros si debíamos hacer un trabajo monográfico, y sobre todo respecto de lo contrario a lo que creíamos, nos pareció injusto, y para colmo de males teníamos que hacer grupo con el Motociclista éste, que la verdad hasta miedo daba, pues parecía bastante agresivo; al poco tiempo nos pudimos dar cuenta que era igual a nosotros, ni más ni menos. Pero ya estaba hecho, teníamos que hacer el trabajo si queríamos aprobar el curso de Teología, casi al final del ciclo, y sin ninguna exoneración en los exámenes ni en las clases como otros, llegó la hora de exponer nuestro trabajo, habíamos trabajado duro, leímos muy interesados las teorías de Santo Tomas, y en realidad el trabajo se limitaba a exponer tales teorías, nos dividimos el trabajo y dejaron que yo haga las conclusiones, y que finalmente nos parasemos los tres frente al auditorio para ser sometidos a las interrogantes del público compuesto por todos nuestros compañeros universitarios y por las incisivas preguntas del Padre Zanga; la exposición fue un éxito; la mirada de aprobación del Padre al mover afirmativamente la cabeza en cada intervención, así lo indicaba. Había llegado el momento de las conclusiones, en mis manos tenía las tarjetas que me ayudaban a recordar y con su ayuda recordé brevemente la exposición que acababa de terminar sobre Santo Tomas y las pruebas de la existencia de Dios, y concluí en que Dios no existe, que cada cosa que se decía en esas teorías había terminado por retroceder nuestra imaginación respecto de las cosas de éste mundo hasta llegar al punto en que se debe "suponer"; pues no existe nada conocido que pudiera crear lo siguiente, esa ignorancia, nos hace suponer que ese ser es el creador, esa fuente inagotable de energía capaz de crear todo el mundo y todo lo que está sobre él, pero solo es eso, ignorancia, es un no saber que mas hay detrás en la historia, ésta es solo una teoría, y debemos tener en cuenta la teoría evolutiva, o la teoría de la existencia de extraterrestres, la que por supuesto afirmo hasta hoy, y por lo tanto, Dios no existe, ha sido creado en la mente de las personas para tratar de explicar aquello que aun no entienden, y como es tan grande le llaman Dios. Nuestra exposición fue tan buena que creo que muchos de los que estaban sentados empezaron a creer en nuestra teoría y a dudar de la existencia de Dios, con la desaprobación pública del Padre Zanga, aprobamos el curso de Teología y seguí mi carrera, absolutamente seguro de que Dios no existe.
Conocí a una chica en la Universidad, era linda, pequeña, su cabello ondulado, su tez blanca y sonrosada, su sonrisa limpia, su nariz achatada y risueña, su mirada profunda y una personalidad especial, era un imán para las personas, estoy seguro que no era el único que la veía así, amiguera como ella sola, toda la Universidad era amiga suya, las chicas más bellas de estudios generales la acompañaban, era la líder, era ella quien aconsejaba a las amigas cuando tenían un problema, era ella quien resolvía los problemas espirituales de todo el mundo, tenía la capacidad de escuchar y de dejarse escuchar, hubiese sido fácil enamorarse de ella, pero ese no era el punto, ella era la mejor amiga que cualquier persona hubiese deseado tener; poco a poco fui entendiendo el por qué de su personalidad atrayente; su vida había sido sometida o bombardeada con varios tipos de enseñanzas, la doctrina cristiana, la Gnosis Cristiana, Mahikari, Metafísica, Física Cuántica, Chamanismo, Imposición de Manos, etc. Eso tal vez la había hecho la persona que era, eso la había hecho ser tan especial, ella fue mi sostén en los peores momentos de mi vida, se convirtió en mi mejor amiga y yo me convertí en uno de sus más fieles confidentes, ambos nos buscábamos para contarnos los más difíciles sentimientos y situaciones, con ella y su mamá empece a estudiar "Gnosis Cristiana". Empece a conocer mis poderes ocultos, quería empezar a manejar mi mente, estudié mi cuerpo desde ese punto de vista, y me empezaron a hablar nuevamente de Dios, por supuesto lo negué mas de tres veces, más que Pedro antes de que cante el Gallo, me convertí en mejor persona creo, aunque sin creer en Dios, una frase que me enseñaron los profesores Gnosticos fue: "NO DUDES; LAS DUDAS TE HACEN PERDER ENERGÍA, SI NO CREES EN DIOS, PUES NO CREAS EN DIOS; PERO NO DUDES", pero ellos si creían en Dios.
Cuando habían pasado algunos años y yo tenía como veinte de edad, tenía una enamorada, su nombre lo obviare pues no tiene sentido exponerla, su descripción es fácil, rubia, de un metro sesenta de estatura o tal vez menos, caderas muy torneadas y bonita figura, de tez blanca y cejas pobladas, de risa potente y de carácter fuerte e imponente, nos juntaban nuestros problemas en común, la supuesta indiferencia de nuestros padres por su trabajo, la soledad, el gusto por los perros y todo tipo de animales, en fin. Ella a la que llamaré Maria Rosa, se había convertido en el amor de mi vida, no podía pensar en perderla, los años que llevábamos juntos así lo comprobaba, aunque el destino nos tenía preparados caminos distintos aunque nosotros no lo sabíamos. Por su carácter discutíamos más de mil veces, pero ambos manteníamos vivo el único salvavidas que teníamos, que era el uno del otro, a pesar de los problemas, pero no podíamos negar que nos hacíamos mucho daño, y que ya ni ella ni yo estábamos conformes con la relación, ya no eramos felices, una de esas veces en que tuvimos una discusión muy fuerte y terminamos por enésima vez, ésta vez como muchas veces, si era la definitiva. Salí corriendo de su casa; al salir golpeé el poste de alumbrado público y lesione mis nudillos, seguí caminando sin rumbo, mientras lloraba en silencio, no quería que nadie me vea llorar, pero no podía evitar que las lagrimas salieran por mis ojos cual veta abierta, incontrolable; sentía que cada persona que pasaba me miraba y me daba aun más rabia, bajaba por La Alameda y las palmeritas pequeñas de los lados golpeaban sus ramas sobre mi. Pronto divise la Parroquia "Espíritu Santo" y de inmediato pensé que era un buen lugar para llorar a moco tendido mi desgracia, ahí nadie me vería como bicho raro.
Llegue a la entrada, la mire rápidamente; no había nadie y entré, camine por las primeras bancas empezado desde atrás, hacía tiempo que no entraba a una parroquia, me llamó la atención una señorita de cabellos negros muy guapa que estaba sentada como en la cuarta o quinta fila desde atrás, seguí avanzando, y no vi a nadie más, me senté en la segunda banca a mano derecha, cerca al atril o púlpito, no había Misa, sentado baje la cabeza y seguí llorando lamentándome por la vida que llevaba...; De pronto; (sucedió algo que cambio literalmente mi vida, es casi como el día en que Jesús Murió en la Cruz. Muchos no lo saben pero el calendario se cuenta hoy como el año 2009 por aquel día... antes de ello, existe otra cuenta denominada "antes de Cristo", y después de ese día se conoce como "después de Cristo", algo así pasó en mi vida aquel día);...
Una voz melodiosa, como la de un locutor de radió me habló claramente, y me pregunto: - ¿que te pasa?; ¿por qué lloras?; ¿crees que tienes problemas?;- si -, conteste rápidamente, - mi vida es una cagada - Y la voz entonces dijo; - Levanta la Cara y mira a tu derecha, veraz a una señora vestida con una falda azul y blusa verde; está llorando, tiene cáncer y esta rogando a Dios que la salve, y ¿tu crees que tienes problemas?; - me quedé sorprendido, pues dicha señora estaba ahí, y estaba llorando aunque jamás hable con ella, me imagine como debía sentirse si tenía cáncer, no me gustaría estar en su lugar; la voz continuó diciendo, - ahora vuelve tu cara a la Izquierda, vas a ver un señor, parado frente a la estatua de la Virgen, se encuentra rezando, pues acaban de despedirlo del trabajo, su hijo está enfermo y no tiene como pagar las cuentas del hospital, sin afectar al resto de su familia, se siente desesperado, y ¿tu crees que tienes problemas? - Al voltear la cara vi al sujeto, sus vestiduras gastadas, igualmente no converse con él, así que esa voz pudo haberme estado manipulando pensé, pero en todo caso; ¿quién me está hablando? y ¿por qué solo yo la escucho?, y ¿por qué le respondo?, me estaré volviendo loco, que ahora ando escuchando voces; busque una explicación lógica; seguro estoy imaginando esto, pensé. Debe ser que estoy tratando de sentirme mejor,... en esas andaba, cuando la voz arremetió nuevamente para decir ésta vez; - ¿recuerdas la chica de cabellos negros que viste cuando entraste a la Iglesia, ¿recuerdas que te gustó?; está llorando afirmó; ella es madre de un niño de 3 años, vive en Tacna con su esposo, y no le dejan ver a su hijo hace mas de cinco meses, su suegra se lo impide, y ¿Tu crees que tienes problemas?, Miré hacia atrás inmediatamente, pues recordé que ella no estaba llorando, pensé ahora si te agarro vocesíta, te equivocaste ésta vez; pero ella estaba ahí, y lloraba; me puse a pensar que haría yo si tuviera un hijo de 3 años y no me lo dejaran ver, me sentiría mal, de pronto empecé a sentirme aliviado, me había dado cuenta que mis problemas no eran nada al costado de semejantes problemas que tenían otras personas, y entonces me atreví a ser yo quien hablara con esa voz, y le pregunté, - Y entonces ¿qué quieres que haga?, ¿qué debo hacer? - a lo que la voz con esa voz fuerte contesto de inmediato, como si hubiese estado esperando esa pregunta: - debes acercarte a mi, te has alejado mucho en estos años, - Y... ¿cómo hago eso, pregunte de nuevo?; Y esa voz, contestó bondadosa; - Ve afuera a la puerta de la Iglesia y encontrarás una carreta con un vendedor de cadenitas, crucifijos y otras cosas; compra una cruz, la más fea que encuentres, solo vas a encontrar una. - Ya canchero y como si esa voz fuese un amigo mas, le respondí, - no hay tal carreta afuera, cuando entré no había nadie afuera, - y ésta contestó; - Vé, confía en mi, allí estará - entonces me paré, había dejado de llorar por la sorpresa de todo lo que me estaba pasando, aún así no lo veía como la voz de Dios sino como mi subconsciente que me hablaba, que me decía que no debía sentirme tan mal, es decir, pensé que era yo mismo quien me estaba auto ayudando, mientras caminaba hacia la calle, pase a lado de esa chica de cabellos negros, y la vi más linda, más tierna, más vulnerable, pues estaba llorando ahí, sola, sentada, como hacia solo unos instantes había estado yo, y me pregunte como si no lo supiera, - ¿que le estará pasando? -, aún no creía lo que aquella voz me había dicho sobre ella, seguí caminando y me alejé hasta llegar a la puerta. Al poner un pie fuera de la Iglesia, vi el primer milagro, la carreta y el vendedor estaban ahí, trate de hacer memoria, pues cuando entré hace unos instantes no había nadie, pudo ser una coincidencia, pensé. Me acerqué a la carreta y empece a mirar los collares que colgaban y los que estaban en la mesa, todos eran lindos, algunos eran dorados y brillaban como si fueran hechos de oro puro, otros eran de plata, había crucifijos con la imagen de Jesús crucificado, y la representación del Espíritu Santo como una palomita en un triangulo; pero también había una Cruz horrible, era como de plomo, mal tallada sin la imagen de Jesús, solo era la Cruz, realmente era fea y mal hecha, y como una segunda coincidencia, solo había una así de fea en toda la carreta, no me atreví a preguntar por ella aún, así que pregunte por un crucifijo dorado con la imagen de Jesús, brillante y lindisimo, y me contesto que el valor era de dos nuevos soles, justo lo que tenía en el bolsillo; entonces pregunté por la Cruz fea y horripilante y me contesto que el precio también era de dos nuevos soles, y agregó - cualquiera está a dos nuevos soles - como si ya no quisiera que le pregunte más, pero yo le pregunte más, - pero ¿por qué están igual, si esta Cruz es fea, debe estar menos, no puede costar igual que esta otra señalando a la Cruz dorada - a lo que el vendedor contesto; - No señor, todas cuestan igual, y si no te gusta la Cruz, puedes comprar la doradita, o sino esta otra; - insistió más amable. La voz apareció de nuevo preguntando; - ¿quien crees que la necesita más; tu o ella? - refiriéndose a la chica de cabellos negros; - no lo se, supongo que ella, - le dije murmurando para que el vendedor no me vea hablar con mi amigo imaginario, a lo que él contestó; - entonces comprale algo a ella, y dile que se lo das en mi nombre, - Inmediatamente respondí nuevamente murmurando, - ¡¡¡¿quééééé?, va a pensar que estoy loco, - Y la voz dijo inmediatamente, - no va a pensar que estas loco,... dile que vas en mi nombre y ella te escuchará - no sabía que pensar, creo que esa voz me agarró frío, no me dejo reaccionar, cuando me di cuenta ya estaba comprando la palomita que representaba el espíritu santo, ya lo tenía en la mano, ahora solo me quedaba armarme de valor y decirle a aquella chica; (que me gustaba); que Dios me había dicho que le regalara esa cadenita en su nombre y esperar que no me mande a donde mandarías a un metiche que no conoces cuando te interrumpe el llanto por sabe Dios que problemas.
Me acerqué sigiloso, con mucho cuidado iba pensando en qué decirle para que no lo tomara a mal, ¿cómo empezar?, así que muy nervioso y casi temblando le toque el hombro e inmediatamente volteó sorprendida y algo asustada; ya había llamado su atención, y entonces le dije; - no quiero que pienses que estoy loco, pero el de arriba te manda esto, - y se lo dí. - No quiero molestarte, - le dije, - así que cumplo con entregártelo y me voy - a lo que ella respondió deteniéndome, - no te vayas, espera... siéntate a mi lado - Yo pensé; ...¡¡¡que hermosa mujer!!!, y encima me invita a sentarme con ella, estando así de cerca la vi mejor y realmente era hermosa, sus ojos grandes, claros y profundos iluminaban su rostro alicaído por la tristeza y el llanto, sus cabellos negros que daban el marco a esa cara de ángel y una figura muy bien formada que no haría pensar a nadie de la existencia del supuesto hijo de 3 años que me había indicado esa voz. Me senté a su lado sin dejar de mirarla, y ella me preguntó; - cuéntame, como es eso de que Dios me mando ésto, realmente estoy sorprendida, es la segunda vez que algo así me pasa, - eso me sorprendió aún más a mi, ella prosiguió contándome, - la Otra vez fue en Lima, estaba sentada en un parque llorando, de pronto se acerco un joven muy educado y me entregó una tarjeta, y me dijo exactamente lo mismo que me acabas de decir, que me lo había mandado Dios, ese día quede muy sorprendida, y ahora me acaba de pasar de nuevo, ¿y cómo así? ¿qué te dijo? cuéntame, - Me pidió. Había dejado de llorar, estaba tan sorprendida como yo; le contesté contándole todo; como me contó lo de la mujer con cáncer y del hombre que acababa de perder su trabajo y tenia su hijo enfermo, el encuentro con el vendedor de cadenitas, la locura de regalarle algo a ella, y finalmente le conté que respecto de ella me había dicho que tenia un hijo de 3 años al que hace 5 meses no podía ver, ella me miraba absorta, casi ahogándose en sus suspiros, y me dijo - es verdad, tengo un hijo que ahora tiene 3 años, lo tiene mi suegra en Lima, y no quiere dejarme que lo vea, no quiere que viaje a Lima, y mi esposo cree que está bien, que todo es por el bien del niño, en fin, Dios no te mintió,- afirmó y continuó contándome más acerca de dicho problema, ahondamos en el asunto, yo la escuche atentamente, no se por cuanto tiempo, cuando despertamos de nuestro plural asombro, estábamos en medio de la misa, y las personas de los costados nos mandaban callar pues no dejábamos escuchar la misa, eramos unos insolentes irrespetuosos de la casa del señor, nos decían, así que decidimos pararnos y continuar nuestra conversación, salimos sin escuchar las voces y seguimos conversando de mil cosas como grandes amigos, como dos ángeles que conversan en el cielo, sin importar las horas ó el tiempo, sin importar las distancias, y mientras hablábamos caminábamos, por toda la calle San Martín hasta llegar a Patricio Meléndez y por la calle Junin hasta la Avenida Bolognesi, y por la avenida subiendo hasta casi llegar a la Universidad Nacional Jorge Basadre Grohoman, justo en una esquina antes de llegar, quedaba su casa. Nos despedimos, nos dimos un beso en la mejilla, y aquel beso fue como aquel dado por un ángel sagrado; quedamos en vernos "algún día", aunque ambos sabíamos que eso iba a ser muy difícil, era un "adiós para siempre", ambos guardaríamos esta experiencia como única, ambos habíamos sido tocados por Dios, ya nadie nos podría decir que el no existía, luego de decir adiós, volteé y con dirección opuesta avanzaba nuevamente por la misma avenida, y bajaba pensando ¿por qué a mi? ¿porqué me había pasado esto precisamente a mi, que "soy"... ó que "era"... ateo?; hasta hoy busco el significado de aquel día, aún busco saber qué pasó. Algunas personas a las que les conté ésto; entre ellas la mamá de mi mejor amiga, me dijo que Dios tenía un plan para mi, y que aún no se me había revelado, pero que en algún momento iba a pasar, yo la verdad no se que pensar, pero lo que si puedo decir es que a partir de ese día soy otra persona, a partir de aquel día Dios si existe, y cuando algo supuestamente malo me pasa, lo tomo tranquilo, pues se que Dios sabe porque hace las cosas, y seguramente tiene algo especial para mí más adelante, las cosas siempre suceden por algo, ahora que le diría al Padre Efraín Zanga, como negaría las teorías de Santo Tomas, ahora... ¿cómo negar la existencia de Dios?.
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