Por Edwar
Tenorio Triveño
Me estaba quedando
dormido, mis ojos no daban más,… se cerraban, me sentía desmayar, pero no
quería perderme una palabra del discurso “El lenguaje secreto detrás de una fotografía
perfecta”. Compré dos Red Bull para mantenerme despierto, el taller
continuaba mientras bebía a sorbos la bebida fría; y, Carlos Canlé, descifraba
parte del secreto, mencionando los iconos más reconocidos a nivel nacional e
internacional. Y nos enseñaba a leer una fotografía y descubrir su lenguaje.
Me encontraba en la
primera fila del Auditorio, vestía casual; unos jeans rotos y una camiseta
verde con un estampado de corbata michi bastante llamativo. Estaba
entusiasmado; había viajado seis horas durante la madrugada para llegar desde
la ciudad de Tacna hasta Arequipa, solo para asistir al taller de fotografía
que dictaba el fotógrafo Carlos Canlé en coordinación con el Instituto Thomas
Jefferson y el Instituto Cultural Peruano Norteamericano.
Horas antes me
encontraba en el terminal terrestre de Arequipa, eran las cinco y treinta de la
madrugada, el sol asomaba sus primeros bríos, el imponente Misti se asomaba son
la cabeza despejada, sin la nevada peculiar que casi siempre le acompaña.
Escudriñaba mi celular para hacer hora hasta que amanezca, no quería molestar a
nadie. Aunque ya había quedado con mi amigo arequipeño Sergio Valcárcel,
también fotógrafo profesional, para ir a su casa. Coordine mi llegada por el Messenger del facebook bastaron un par
de bromas y el reenvío de su dirección para invitarme a su casa. Compré pan, y
antes de tomar el taxi, comí un sándwich con palta y una bebida preparada con
quinua y manzana, que siempre tomo al llegar a la ciudad de Arequipa, cual
pasaje cabalístico antes de hacer mi primer movimiento en la ciudad.
Sergio Valcárcel, no
tiene nada que ver con Gisella Valcarcel, al menos eso creo. Lo conocí hace
unos años atrás mientras veía sus fotos por facebook, parecía una buena persona
en internet, pero claro, casi todos parecen buenas personas por internet, salvo
algunos troll, quienes se dedican
solo a molestar.
La comunidad virtual
es una sociedad distinta, aquí es más fácil hablar con gente que no conoces,
solo basta mandarles una invitación, ó aceptar alguna, para estar en contacto;
basta comentar una foto ó hacer una broma, para llegar a compatibilizar con la
gente. Muchos de ellos, y lo dicen los psicólogos, colocan su mejor imagen en
facebook, lo cual no es necesariamente cierto, muchas personas han empezado a
vivir su vida a través de facebook, o de las redes sociales, y están
permanentemente conectados. Yo me considero uno de estos personajes, que andan
conectados todo el tiempo. Y, Sergio Valcárcel es otro.
No recuerdo si fué en Arequipa o en Tacna, la primera vez que lo vi en persona, así que no puedo describir la primera vez que lo vi; solo puedo describirlo como un gordito simpaticón, aunque reniega con regularidad, casi no se le nota; es una persona fiel a la amistad y respetuoso de la misma, algo egocéntrico tal vez, pero buenísima persona. Sergio se mantiene conectado a las redes sociales casi todo el tiempo, salvo cuando duerme, que es cuando, - según él -, pone el Smartphone en modo avión. Viste blue jeans, y camisa a cuadros, he llegado a pensar que todas sus camisas son a cuadros, y no usa chompa o casaca sino un chaleco de polar que usa por las noches, por si hace algo de frio. Casi nunca siente frio; tal vez solo cuando viaja a Cusco, que es la ciudad donde preferiría vivir al resto de sus días antes de morir. Tiene muchos “amigos”. Los que lo quieren, los que lo estiman y los que se aprovechan de él; es que él… es “bien bueno”.
Hasta hace poco
vivía solo, aunque tiene una hija a la que adora, no puede verla muy seguido
por circunstancias de la vida que solo le competen a él; yo creo que es un buen
padre y que solo es víctima de las circunstancias. Hoy lo acompaña “Waykicha”,
que es el nombre de un perro mediano de raza “pug” de menos de un año, que ahora lo acompaña. Waykicha, es igual
a él, no puede estar quieto, es muy dulce y juguetón, y es caro… muy caro.
Tomé un taxi
dirigiéndome a su casa, me recibió en crocks,
shorts y pijama, el pobre no había dormido bien, se notaba bastante
despierto temprano en la mañana, a pesar que había tenido sesión fotográfica
como hasta las once de la noche del día anterior. Dejé mi mochila y
conversamos, sobre lo de siempre, lo que más nos une… “La fotografía”. Eso incluye
hablar de cosas como: cámaras, lentes,
trípodes, iluminación, tipos de iluminación, anécdotas, sesiones, charlas,
seminarios, cursos, exposiciones, cuadros, libros, facebook, amores, rencores,
modelos, asistentes, bodas, books, precios, y un gran y enorme etcétera,
que acompaña a toda la larga lista de cosas de las que podemos hablar, y que no
había reparado en apreciar. Waykicha, me recibió igual que como me recibió él,
con una sonrisa en el rostro, un movimiento de cola y una larga serie de
cariños, y saltitos de quien recibe a un buen amigo. Sé que no soy su mejor
amigo, pero también creo que me considera un amigo, y eso basta para mí.
Pasamos la mañana editando fotografías, lo que me sirvió muchísimo, pues me enseñó su manera de trabajar una foto, que puede distar algo con la mía o no, finalmente son maneras de trabajar. Me enseñó a manejar, a su manera, el denominado “Dodge and Burn” para procesar mis fotografías.
Como había quedado con Carlos Canlé, para usarlos en el taller, desarmamos todo su estudio; que es un montón de equipo de iluminación, lo embalamos y fuimos a almorzar..., comida nada tradicional…, lamentablemente; pero igual, muy rico.
Al volver llevamos
los trípodes, cabezas de iluminación, softboxs, octógonos, etc., al auditorio
del Instituto Cultural Peruano Norteamericano, como a las tres y treinta de la
tarde, apenas habíamos tenido tiempo para bañarnos, alistar el equipo y
almorzar, así que no había podido descansar del viaje o dormir un poco. Luego
de armar de nuevo el equipo de iluminación, dentro del auditorio, me senté en
primera fila para escuchar atentamente al fotógrafo Carlos Canlé, quien empezó
su disertación nombrándome, y haciéndome acordar una anécdota sobre el mapa del
tesoro que encontramos en una botella de pisco hace algunos años, cuando dictó
un taller sobre semiótica en Tacna, anécdota que escribí en una crónica sobre
él.
Cada crónica que
escribo, son como hijos que nacen de mi mente y mis recuerdos, que se escapan
de mis dedos y reposan sobre el teclado; como semillas de flor que luego
germinan; como tallos cortados que se hacen nuevas plantas. Mis crónicas son a
veces, como homenajes personales frente a algún acto que me sorprende, me gusta
ó me disgusta. El mapa del tesoro en el caso de Carlos Canlé; la sencillez y
las exorbitantes sumas de dinero que puedes cobrar por fotografiar una Boda y su
estilo, en el caso de Luis Chiang Chang;
La forma de manejar la cámara y la luz, en el caso de Orlando Sender; el
gran manejo de la luz y sus premios en el caso de Morfi Jimenez;… Y pensé… debo
escribir una crónica sobre Sergio Valcárcel, pues además de ser un gran
fotógrafo, y de sorprenderme su humildad, como la de casi todos mis amigos
fotógrafos, me sorprende su don de gente, su bondad y su desprendimiento.
Sergio no ganaba
dinero al recibirme en su casa, solo una gran amistad, no ganó dinero por
prestar sus equipos para el taller, lo hizo porque es amigo de Carlos Canlé, y por
la amistad que tiene con el director del Instituto Thomas Jefferson del cual
además es docente. Los traslados de semejante armatoste los cubrió él. Yo lo
ayudé, porque es mi amigo.
Ayer, luego de salir
de aquel auditorio, luego de cenar y comprar mi pasaje de regreso a Tacna; una
vez sentado en el bus y cansado por las actividades del día, partí con la
certeza de haber aprendido no solo el lenguaje secreto detrás de la fotografía
perfecta; sino también, el secreto detrás de una amistad perfecta.
("Borracho en un bar": foto tomada en el taller, como parte del ejercicio, de como engañar a la mente.)
Y, ese es simple, y vale para las grandes
amistades como para los grandes y sólidos matrimonios. “Preocúpate por la otra persona y deja que la otra persona se preocupe
por ti”; Sergio Valcárcel no durmió con tal de esperarme, me brindó su
casa, la que siento casi como si fuera mía, me dio su amistad y su tiempo, esto
último ya es bastante. Brindó todo el equipo de su estudio, porque su amigo
Carlos Canlé lo necesitaba para su charla. Nunca dejaste de dar y de
preocuparte por tus amigos. Una lección, digna de admiración. Es por ello, que
si tengo que elegir cuál de los dos secretos resulta el más valioso; habría que
valorar la utilidad de cada uno de ellos. Así, mientras uno; te va a servir
para ser un mejor profesional de la fotografía, el otro; te va a servir en
todos los demás aspectos de tu vida. Así que, me alegro de haber disfrutado de
ambos secretos, pero me quedo con el lenguaje secreto detrás de una amistad
perfecta.
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