EL LEGADO

miércoles, 6 de mayo de 2009
Nunca se me hubiese ocurrido, o tal vez si. Conociéndome como me conozco, y con lo sentimental que a veces soy. Tal vez si se me hubiese ocurrido el detalle del que hablare hoy, aunque tal vez hubiese pasado mucho mas tiempo para que eso suceda, en cambio ahora se a convertido en una necesidad de encontrar "el legado" especifico, necesario, especial que me permita dejar una huella a las generaciones futuras, o más bien a mis generaciones futuras.

Les cuento que el otro día, fui al cumpleaños de un señor muy importante para mi, obviamente no quiero decir su nombre, asi que lo dejare en "señor"; el debe bordear los sesenta ó sesenticinco años de edad, acostumbrado a las grandes fiestas, ordenó preparar un cerdito completo, con papas al horno, camotes y choclo en abundancia, compró mucha cerveza y vino para brindar, lamentablemente fueron pocos los invitados, un par de amigos y amigas, algunos familiares entre ellos sus hijos (hombres y mujeres), unas sobrinas simpáticas y sus nietos; la casa estaba ausente de las típicas fiestas de rompe y raja a las que nos tenía acostumbrado en cada cumpleaños, tal vez esa sea la razón de que el sentimentalismo se haya posado sobre él.

Esta vez, era una reunión sencilla, lejos de escuchar a todo volumen algún éxito de los hermanos Yaipen o el Grupo Cinco, o de algún ensordecedor Huaynito o Saya, se escuchaba música de fondo para decorar nuestra conversación, nuestras bromas y elogios para el cumpleaños, la gama de recuerdos a flor de piel. La reunión fue de un tema a otro durante largo rato, hablamos de su trabajo, de sus practicantes, de la vida de la joven que vivía con él desde niña y que el crió como su padrino, y que ahora cuida de él, de los éxitos de su vida profesional, y de la familia, esa que siempre fue y será importante en su vida, de una manera particular, hasta llegar a una Vieja Cruz en la que se refleja la Crucifixión de Cristo, que contaba él, le había dado su Padre al haber sido su primogénito, y que a su vez fue recibido también de su Padre y así sucesivamente, éste legado había pasado de generación en generación hasta llegar a él, y antes de morir él lo entregará también a su prole.
Obviamente su primogénito estaba sentado frente a su Padre, oyéndolo hablar de aquel legado, de lo valioso que era tanto espiritual como materialmente, pues es una pieza digna de un museo, del sentimiento que puso su padre al entregárselo a él que era el primogénito. Que difícil decisión será elegir cual de tus dos hijos varones deberá continuar el legado, a quién se lo debe entregar y en que momento hacerlo, el menor, sentado en la escalera veía con resignación las palabras de su Padre y el mayor hacía brillar sus ojos, sintiéndose ganador, las hermanas aconsejando a su Padre sin decir nombres pero inclinando la balanza hacia el mayor, el primogénito; diciéndole que eso ya tiene dueño y no hay nada que decidir o que pensar; el ambiente se pone tenso, interrumpo con un sonoro "¡Salud!" y a otra cosa mariposa, mientras los pocos invitados van teniendo uno a uno en sus manos aquel legado, aquel objeto del deseo, tan horrendo y tan hermoso a la vez.

El tiempo transcurrió y la Cruz dejó de movilizarse entre las manos hasta llegar al primogénito quien la observó casi como suya aquella estatuilla, encontró los defectos y rajaduras que el paso de los años había dejado al pasar por aquel objeto, y murmuró - se puede restaurar - seguro de su propiedad futura, y se lo entregó a la ahijada para que lo regrese a su sitio, el estudio de su Padre.

La fiesta no se animó pese a que aún corría por un lado el vino, y por el otro la cerveza, no se bailó en aquella fiesta, de pronto se baja el volumen y una de sus nietas se para en el centro de la sala, le dedica una canción, da unas indicaciones a su Madre sentada al pie del equipo de sonido, una melodía empieza sonar y junto a ella la melodiosa voz de una aprendiz de cantante con mucho futuro; le regala las notas de su alma entregadas en esa canción. Esa canción acaricia al abuelo en su onomástico, lo arrulla, le anima, le hace sentir que toda su vida no ha transcurrido en vano, que valió la pena, que si se va de ésta vida, dejara hijos, nietos y bisnietos que lo recordarán con ternura y con amor, cierra los ojos como los cerré yo para oírla sin interrupción, la canción acaba y se oye un estruendoso aplauso, y el grito de un niño de 4 años gritando - otra, otra, otra!!! - La felicidad de éste abuelo, se notaba en su emoción, y también se anima a pedir otra canción, la nieta accede, había preparado otra pista, así que decide entregarle otra canción más, luego de concluir, ella lo abraza y le dice feliz cumpleaños al oído y un solemne "Te quiero mucho", unos segundos de silencio y luego nuevamente la música del equipo con una canción conocida sonando bajito, no para bailar, no en esa reunión llena de sentimientos. Esta vez y como siempre el juvenil abuelo, hace uso de la palabra para contarnos una historia más de las que ya nos tiene acostumbrados.

- Recuerdo que yo estudiaba en Cusco - contaba - mi padre nunca quiso que vaya para allá, él quería que estudiase otra cosa y no la carrera de derecho que ahora tengo; pero más que eso, no quería que me quede solo con las malas juntas, como el llamaba a los amigos de ese entonces, en los que la juventud, solo me hacía pensar en revolución, en hacer algo para evitar la explotación del hombre por el hombre. En esos momentos yo era un dirigente juvenil, mi padre pensó que jamás terminaría mi carrera y que truncaría mi vida con aquellos ideales que me podrían traer más problemas que beneficios.

Cuando partí de Lima hacia el Cusco, el (su padre) me volteo la espalda y me dijo que si me iba me quedaba solo, y así fue, no volví a hablar con mi Padre en mucho tiempo, casi toda mi carrera, y mi orgullo hacía que fuera peor; al extremo de devolver o regalar aquello que mi Madre mandaba en encomiendas para mi, a escondidas de mi Padre. Quise formarme solo, devolví el dinero, la ropa y la comida, eso nos alejo mucho - recordaba aquel señor y continuó -

Casi al termino de mi carrera tuve la oportunidad de hablar con mi Padre, el y yo habíamos cambiado mucho, el se sentía orgulloso por todo lo que había logrado aún si ser abogado, ésta vez se acercó a mi y sacó un lapicero de plata que guardaba en uno de sus bolsillos, cogió mi mano y me lo dio diciéndome estas palabras - "Quiero entregarte éste lapicero antes que seas abogado, pues estoy seguro que llegarás a serlo, y quiero que me prometas que con éste lapicero firmarás tu primer escrito como abogado" - pasó el tiempo, y yo guardé el lapicero, lo tenia en la casa en una cajita especial, jamás lo usaba hasta que llegó el día en que me había graduado de abogado y estaba por firmar el primer escrito, es más, lo firmé, creo que con un lapicero "Bic", y ya iba a llevar el escrito al Juzgado y me acordé; rompí el escrito delante de mi cliente y salí corriendo con dirección a mi casa, saque el lapicero de plata que me había dado mi Padre y regresé al consultorio donde esperaba mi cliente sorprendido; luego firmé el escrito con aquel lapicero - decía mientras mostraba aquel viejo lapicero de plata con jeroglíficos del Pueblo de Israel - éste lapicero tiene una gran historia y significa mucho para mi - dijo mirando a su primogénito - y ahora es tuyo hijo mio.

Todos nos quedamos atónitos, sorprendidos por lo que habíamos visto; que linda historia y que lindo detalle, regalarle aquel lapicero a su hijo, todos estaban algo turulatos aún. Mi amigo e hijo de éste señor, estaba muy emocionado, se paró a recibir aquel legado y a darle un abrazo a su padre en señal de agradecimiento, fue tan rápido que los flashes de las cámaras aun no se habían encendido para inmortalizar éste momento, alguien sugirió que lo volviera a abrazar para filmarlo, así fue, aunque la segunda vez no fue tan emotiva. Todo era felicidad, su hijo primogénito, también lo estaba; compartió el objeto con los invitados, que lo fueron viendo al igual que yo mismo, y entonces mientras eso pasaba, mi cabeza empezó a pensar... Ésta es la manera que tiene de decirle que ya eligió a quien le tocará la Cruz y definitiva,mente no va a ser el primogénito, estoy seguro que el menor ni cuenta se dio de ese detalle, pero yo si, no se si el hijo mayor de éste señor si se habrá percatado de lo mismo que yo, pero yo me sentía apenado.

Finalmente es un detalle, que creo debo implementar en mi familia, con mis hijos, no puedo borrar de mi mente la cara de alegría y satisfacción de aquel hijo por su padre, y no puedo dejar pasar la oportunidad que me está dando la vida para darle a mis hijos algo que recordarán toda la vida. Tal vez un objeto material no sea tan importante, pero el significado y la connotación que uno le da a ciertas cosas, le dan un valor incalculable a las mismas. Estoy seguro que algo debo encontrar como legado, solo espero ser lo suficientemente original para darle el toque personal que deseo.




0 comentarios: