EL
GOOGLE MAP DEL TESORO
Autor: Edwar F. Tenorio
Triveño
Durante unos años, cada vez que podía o se
acordaba del sueño del bus accidentado, Manuel, intentaba recordar, una vez
más, sentado frente a su pantalla, la dirección de correo electrónico que
Camila había escrito en su mano. ¿camila17@hotmail.com,
camila77@hotmail.com?
o era ¿camila77@gmail.com? – intentaba
por enésima vez, sin éxito. Jamás obtenía una respuesta, salvo algunas o varias
veces un mensaje, muy parecido a este – “Delivery has failed to these recipients or
groups”. Y éste día, no iba a
ser la excepción.
Mientras revisaba su Facebook, de cuando
en cuando, ponía en el buscador “Camila de Argentina” o “Camila
de Formosa”, también sin éxito. Luego regresaba a la realidad y se
concentraba nuevamente en el trabajo del curso de Seminario de Integración en
Derecho Civil y Procesal Civil que llevaba en la Universidad. Faltaba poco para
egresar de la facultad de derecho.
Sonó el teléfono, y la voz de Lucia, se
oye en el auricular, solo para recordarle que debe pasar a buscarla mañana para
ir juntos a la facultad, - A las ocho treinta ésta bien, porque la
clase empieza a las nueve y treinta, y nos da tiempo de revisar todo antes de
la exposición, - los trabajos
de la U, siempre fueron la excusa perfecta para hablar con él, habían sido
pareja desde noveno ciclo, y siempre hacían los trabajos juntos. Lucía era una
chica inteligente, alta, espigada como una modelo de pasarela, su cabello era
oscuro, largo y lacio, de esos que parecían ser planchados todos los días.
Tenía ese aire de superioridad y seguridad, de saberse bella e inteligente.
Además, su padre era un abogado litigante muy conocido por su aguda
inteligencia y por ganar siempre los casos en los que asumía la defensa. No era
raro pensar que Lucia había heredado esa misma agudeza para lograr siempre lo
que quiere. Hablaron unos minutos más, y fue ella misma quien cortó la llamada,
pidiéndole que descanse, que el trabajo estaba hecho y mañana los esperaba un
día genial, pues con ese trabajo saldrían de vacaciones por quince días. Se
despidieron con un beso y un - te quiero, yo también, nos vemos mañana.
– como cada noche. Eran la pareja perfecta. Lucia lo tenía todo planeado, al
terminar la carrera ambos viajarían a la capital a hacer una maestría en
derecho Comercial y Tributario en la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Y trabajarían en el Ministerio de Economía, su padre tenía los contactos, era
cuestión de sacar el título nomas. Además, Manuel era un gran partido, su padre
también era abogado y trabajaba como Intendente de Tacna en la Superintendencia
Nacional de Administración Tributaria. Y también tenía contactos.
Al día siguiente, Manuel tomó un baño de
agua fría, se colocó el terno azul que usaba para exposiciones, una camisa
blanca y los gemelos dorados, uso la colonia que le regalo Lucía y se lo aventó
encima, mientras aún tenía el cabello mojado se peinó solo con las manos,
quedando aromatizado y perfecto. Cogió las llaves de la camioneta y manejó
desde la Av. Billinghurst hasta la Urbanización Pescasseroli, para encontrarse
con Lucía. Al llegar le marco el celular para informar que estaba en la puerta
y Lucia ya estaba lista, esperándolo con el vestido azul de corte A, que hacia
juego con el terno de Manuel y dejaba ver sus piernas largas y espigadas, los
zapatos negros de tacón la estilizaban aún más y el cabello largo perfecto como
siempre, y ese aroma dulce en su piel, que se expandía en el aire como una
bomba nuclear, mientras bajaba uno a uno los escalones de la entrada de su casa
y se ponía los lentes oscuros para cuidarse del sol. Luego, subía a la
camioneta, por el lado del copiloto, cuya puerta había abierto caballerosamente
Manuel desde afuera segundos antes, y una vez adentro, ese beso dulce, suave,
pequeño y sensual en los labios de Manuel, que de solo verlos se iluminaba el
interior del coche. Definitivamente, ambos, eran perfectos.
Mientras iban camino a la Universidad,
Lucía hacía planes para pasar las vacaciones con Manuel. Mancora, era una buena
idea, su amiga trabajaba como azafata en una línea aérea chilena y siempre le
ofrecía tickets con descuento. Además, ésta vez, el paquete estaba completo,
pues había hecho una reserva en un hotel en Punta Sal que le iba a costar muy
barato. Mientras Manuel le proponía algo diferente, - ¿Qué te parece si vamos a
Cusco?, podemos ir en la camioneta, yo manejo, hace casi cuatro años que no
voy, y me gustaría mostrarte la ciudad y los monumentos arqueológicos, incluso
tenemos el tiempo para ir a Machu Picchu – Le dijo, cambiando
todos los planes de Lucía, que no se veía muy entusiasmada. Pasar quince horas
sentada en esa camioneta no era precisamente su idea de vacaciones, además ella
prefería la playa, el avión y la comodidad de un resort. En esas andaban,
cuando llegaron a la facultad de Derecho. Aún era temprano, así que decidieron
ir a por un café y el sanguchito de pollo con mayonesa que hacia doña Doris, en
la cafetería. Mientras Manuel bebía su café negro y el sándwich de pollo con
mayonesa, Lucía disfrutaba una ensalada de frutas y yogurt griego. Manuel sacó
el celular y busco la App de mapas de su buscador favorito, y puso “Cusco”,
para mostrarle a Lucia la ruta que tomarían en el mapa. Al presionar la lupa
del buscador, salió un mapa y debajo se podían ver algunas fotos de la ciudad
del Cusco, que el aprovechó para mostrarle los lugares a Lucía. – Mira,
aquí está una foto del Valle Sagrado, es hermoso. Y mira ésta otra de
Saqsaywaman. - Hizo clic en
una de las fotos de Moray y se abrió un álbum con muchas más fotos. - No
sabía que pusieran tantas fotos –
le dijo a Lucia emocionado, mientras le mostraba una a una las fotos de ese
álbum. Luego le dio para atrás, e iba revisando los lugares que iban
apareciendo, la plaza de armas, el museo de arte precolombino, el mercado de
San Pedro, la piedra de los doce ángulos, Qénco, Puka Pukara, Tambomachay, y
finalmente Macchu Pichu, en ese álbum había muchísimas más fotos, que con
emoción revisaba junto a Lucía, con tanto entusiasmo que empezaba a
convencerla. – Puede ser – le dijo
Lucia, complaciente, pero nada emocionada, y continuó - ya casi son las nueve y
treinta, vamos al salón que debe estar por llegar el profe – Mientras Manuel bebía el ultimo sorbo de café y daba el último mordisco al
sándwich, se ponía de pie y se acercaba a la caja para pagar el consumo, y lucía
limpiaba la comisura de sus labios con una servilleta y retocaba el labial que
había perdido su color.
Mientras Manuel esperaba su cambio, una
foto de Macchu Pichu, llamo su atención. Una imagen se le hacía conocida. Unos
jeans rotos en las rodillas y un sombrero rojo o guinda llamaron su atención. -
¿dónde había visto a esa chica antes? – su rostro mostraba una interrogante, que no alcanzaba a descubrir,
pero en ese instante doña Doris, le alcanzaba unas monedas y Lucia lo cogía del
brazo, obligándolo a apagar la pantalla del celular y guardarlo en el bolsillo
izquierdo del pantalón para apresurarse a llegar al salón de clases dónde
debían exponer juntos la disertación que habían preparado, para la clase de
Seminario Civil y Procesal Civil. Como de costumbre, recibieron la felicitación
del docente y la envidia de sus compañeros, aún faltaban unas clases antes de
poder decir que estaban oficialmente de vacaciones.
Quiero ese, señorita, ese…, el
de color rosado –
señalando el Samsung Galaxy A51 del mostrador,
Rosario Baraglia había ahorrado mucho para comprarse ese celular, había
investigado y leído mucho sobre sus funciones y su cámara, por fin podría
cambiarlo, éste era mucho más grande. Después de pagarlo, y fuera de sí, por la
emoción, no quiso llegar a casa para usarlo, así que abrió la caja de inmediato
y saco el celular nuevo, comparándolo con el que tenía en la mano. –
señorita, me ayuda – le dijo a la vendedora, muy educada como
siempre. – Venga le Ashyudo – contesto
de inmediato, sacando una aguja para abrir el celular y extraer el chip y
colocarlo en el nuevo y flamante A51. – ¿quiere que todos los datos de su antiguo
celular pasen al nuevo? – preguntó
la señorita. Y, Rosario contestó con otra pregunta, - ¿Y…, se puede eso?. -
Venga que le explicó – le contestó la vendedora, mientras colocaba uno
sobre otro los celulares, y presionaba unos botones con maestría. Y, en pocos
minutos; Ualaaá!, el nuevo celular
tenía su directorio y demás aplicaciones, pero sobre todo, tenía sus fotos. - Es
mágico!,… Maravilloso!... – decía
Rosario, mientras se tapaba la boca con las manos, de la sorpresa y alegría. Luego,
abrió el google fotos, y todas estaban ahí, la ceremonia de premiación como
mejor enfermera, el viaje a la playa en Uruguay, el cumple de la abuela y el
viaje a Cusco con Camila, volvió a verlas como si fuera la primera vez, hacía
años que no las veía; ese viaje había sido muy importante para ella, apenas
habían pasado unas semanas desde que su esposo, decidió dejarla por Silvana,
(su mejor amiga y compañera de guardia), y la manera de escapar de esa
depresión, fue viajar, reencontrarse con Camila y unirse a ella, como madre e
hija, ese viaje la sano. Mientras miraba absorta las fotografías, un mensaje
salto en su pantalla, “Haz viajado a Cusco, ¿quieres compartir
unas fotos de tu viaje?”; e
inmediatamente presiono el botón de compartir, y en un segundo todo el álbum de
Cusco se habían cargado en google map,
no pudo verlas en esa aplicación, solo le dio botón atrás, y siguió mirando sus
fotos, un poco más, - ¿puedo ashyudarla en algo más? –
preguntó la amable vendedora. - No, gracias, ha sido muy amable, - contestó Rosario, sin que tanta alegría
y nostalgia cupieran en su cuerpo. Guardó su antiguo celular en la cartera, y
metió la caja en la bolsa y la bolsa también en la cartera, y salió de la
tienda con el celular en la mano, más feliz, más segura, más alegre, mucho más
dichosa de como entró a la tienda aquella mañana.
Manuel llegó a casa para almorzar luego de
la Universidad, ahora sí, oficialmente, estaba de vacaciones, y tenía que darle
una respuesta a Lucía, esa misma noche, pues ella insistía en el viaje a
Mancora y en el Resort en Punta Sal, comió rápido y marchó a su habitación
donde miraba el techo desde su cama, pensando en que idea sería la mejor; si ir
a Cusco después de casi cuatro años desde la última vez, pero esta vez con
Lucia; ó ir a Mancora, a donde ya había estado antes con Lucía, porque era de
sus lugares favoritos.
Divagando en sus pensamientos, se estaba
quedando dormido, cuando entre sueños, recordó la foto que había visto en el
celular esa mañana, - ¿dónde estaba?, ¿qué palabra uso para encontrarla?, - ¡puse Cusco! –
dijo en voz alta mientras que, de un salto, se ponía de pie, cogía el
celular y abría la aplicación “google map”, para buscar aquella
foto. tardó un poco en ubicarla, muchas personas habían colgado fotos visitando
Cusco, hasta que la encontró, y claro, era ella, era Camila, claro que era
ella, llevaba el mismo sombrero y el mismo pantalón, esos cabellos rizados eran
inolvidables, claro que era ella, pero quien colgó la foto, busco el enlace y
de pronto, el nombre de Rosario Baraglia Lombardo asomaba en
el teléfono inteligente, pero, ¿quién era ella?, ella no es
Camila. Además, no había un teléfono o una dirección. Estaba en las mismas.
Y entonces, dudo que fuera ella, - tal vez es solo mi imaginación –
pensó para sí, - tal vez debo dejar las cosas así, y dejar de pensar en imposibles.
Camila se había vuelto una obsesión en
los primeros años, Manuel se alejó de sus amigos, y pasaba horas tratando de
descubrir como ubicarla, ya no dejaría que esa sensación horrible y de
impotencia, regrese a su vida. Y si fuera ella, no tenía como contactarla
igual, estaba como al principio, además, ahora, él tenía a Lucía en su vida. –Y, ya
tenemos un plan -, pensó mientras casi por inercia, marco el teléfono
de Lucía, y le dijo, - Aló, Lucía, lo pensé mejor, tienes razón
vámonos a Mancora, - Y Lucía al otro lado de la línea, con una sonrisa
ganadora, y una voz muy aguda, gritaba; - aaahhhhhhhhhhhhhhhh!!! Lo sabía, mi amor,
lo sabía, te cuento que debes hacer las maletas ya, porque salimos mañana a las
cinco en punto, debemos estar a las cuatro de la tarde en el Aeropuerto, ya tengo
los pasajes, sabía que ibas a venir, te amo amor, te amo, te amo, te amo, vas a
ver que lo vamos a pasar muy bien, -
Y al otro lado, del teléfono Manuel, que ya la conocía, sonreía, -
estás loca mujer, ¿lo sabias?; Y, ¿si te decía que no? – y ella muy segura de sí misma, -
sabía que dirías que sí. Eres un chico Inteligente, sino, no estaría contigo, y
lo sabes. Ahora alístate, que salimos mañana… aaaaaahhhhhhhhhhh – Volvió
a gritar emocionada y aún más aguda. Luego, le colgó, sin que él pudiera decir
una palabra.
Manuel salió de su habitación y se dirigió a la cocina donde
estaba su madre. – Mamá, me voy a Mancora mañana – Y su madre, le dice,
sorprendida; ¿Qué?... tu no cambias. Y, ¿con quién vas?, ¿con Lucía?, repreguntó,
como contestándose ella misma. A lo que él, asintió sin hablar. - Por
favor, ¡Cuídense!, - le dijo
su madre a Manuel, como en doble sentido, a lo que Manuel solo sonrió, besando
su cabeza y saliendo de la cocina, - ya estamos grandes, no te preocupes. Te
voy a estar llamando todos los días. - Y salió, rumbo a su habitación otra vez, ésta vez para buscar su
maleta y meter en ella, sus mejores trajes de baño, algunas camisetas e
interiores limpios. ¡Allá vamos Mancora!.