EL ACCIDENTE

domingo, 2 de mayo de 2021


Camila y Rosario dormían profundamente, cuando un sonido muy fuerte las despertó. El bus sin control se arrastraba hacia el borde de la pista de tierra acercándose peligrosamente al abismo; en una maniobra peligrosa, el chofer chocó contra un montículo de arena y piedra evitando una tragedia mayor. Pronto el bus se llenó de humo, obligando a los pasajeros evacuar de inmediato. No eran ni las cinco de la mañana, el sol aun no asomaba en el horizonte y el paisaje hermoso del Cusco, lucía terrible aquella fría madrugada. Pronto, el tiempo paso y el sol lo ilumino todo, y el calor y la sed se apoderaron de ellas y del resto de pasajeros, quienes comentaban molestos sobre el accidente. Uno de los choferes decidió caminar hacia el poblado más cercano para pedir ayuda. Felizmente ninguna persona había salido herida. Una llanta había explotado y provocado el accidente.



Era la primera vez de Camila en Machu Picchu y la ciudad del Cusco. Había pasado unos días increíbles junto a su madre, quien entonces se había convertido en su mejor amiga. Viajaban a la ciudad de Lima para embarcarse luego en el avión de regreso a casa, en Argentina. Algo magulladas, cansadas y sedientas levantaban las manos cada vez que se acercaba un bus de otra empresa. Algunos paraban por humanidad y recogían unos cuantos pasajeros y otros ni paraban. Rosario no era tan rápida y no pudieron subirse a ninguno. Ya casi eran las once de la mañana y aún había un buen grupo de personas a un lado de la carretera.

 

En el terminal terrestre de Cusco, esa misma mañana, muy temprano, Manuel se embarcaba hacia Arequipa, sin saberlo, en la misma empresa de Transportes que una noche antes habían tomado Camila y Rosario rumbo a Lima. Manuel también había estado por primera vez en Cusco y Machu Picchu. Como siempre llevaba solo una mochila y una cámara que no dejaba nunca. Le gustaba viajar ligero. Aunque esta vez, pese a ser delgado, llevaba una casaca grande, acolchada y con capucha por el frio. Ninguno de los pasajeros sabía que el chofer había recibido la orden de cambiar un poco la ruta, para recoger a los pasajeros que habían quedado varados aquella mañana. Como siempre, apenas se acomodó en el asiento, abrazo el regazo de Morfeo, mientras el bus se alejaba de la ciudad imperial.

 

Camila y su mamá, llevaban horas en la carretera, paradas o sentadas sobre sus maletas. Ambas llevaban zapatos de trekking, Camila, unos jeans gastados y rotos en las rodillas, un top gris pegado a su cuerpo con escote y los hombros descubiertos, sus cabellos eran rizados y castaño claro, recogidos en una coleta improvisada y sobre su cabeza llevaba un sombrero de fibra de alpaca rojo o guinda que había adquirido como souvenir en Cusco, casi no llevaba maquillaje, solo protector solar que compartía con Rosario y brillo labial, sus ojos eran grandes y acaramelados que podías confundirse fácilmente con verdes iguales a los de Rosario, una señora también delgada, que vestía pantalones de corduroy color mostaza, camisa de cuello alto y sombrero de paja, ambas de piel clara y bronceadas por el sol.

 

El chofer que salió por la mañana había vuelto e informado que la ayuda estaba en camino, que tengan paciencia. El viaje se había convertido en una gran anécdota que no estaban seguras de querer contar. Como a las once de la mañana, por fin llegó un bus de la misma empresa y paro junto al bus accidentado. Abrió sus puertas, lo que despertó a Manuel, que estaba dentro, y mientras bostezaba, veía como la gente llenaba los pasillos del bus en el que iba. Se molestó por la incomodidad, el calor ya era insoportable sin tantas personas, pensó. Pronto en ese bus no cabía un alfiler, habían subido hombres, mujeres y niños que lucían sucios y cansados. Y; además, habían subido equipaje a la cabina, lo que llenaba aún más el bus en el que iba. Desconfiado como era, solo atinó a poner la mochila sobre su regazo y guardar la cámara, pero antes hizo rápidamente unas fotos del bus accidentado.

 

Junto a la puerta, Manuel vio a Camila e inmediatamente llamó su atención, era la única chica linda en todo el bus, pero estaba tan molesto que solo se hizo al dormido, para no ceder el asiento a nadie, como su educación le obligaba. Pasaron largos e interminables minutos antes que las personas empezaran a hablar entre sí, y contaran lo que había pasado. Entonces Manuel se enteró que el bus accidentado iba camino a Lima y no a Arequipa, lo que le pareció extraño, pues Lima no era la ruta que había tomado. Camilla iba parada justo a su lado y más atrás Rosario iba sentada sobre su maleta en medio del corredor. A Camila se le notaba el cansancio y Manuel, sentía que debía cederle el asiento como le habían enseñado sus padres, pero, por otro lado, le parecía injusto haber pagado su pasaje para luego dárselo a un desconocido y viajar parado, en esas estaba, cuando ella conversando con la señora sentada a su costado, dijo en voz alta, - creí que me moría, sentimos la explosión, así re fuerte, y en la ventanilla vimos el hoyo ese, tan hondo, ¿viste?, que sentí que nos moríamos ahí mismo. Y estuvimos ahí, paradas desde la madrugada, ¿viste?, sin comida y sin beber agua, tanto que ándo recansada, si hubiera un caballero que me cediera el asiento, sería genial. – mirándome de reojo, y con algo de cochineo. Manuel se sintió avergonzado y no alzó la mirada por unos minutos mientras en su mente, ensayaba mil formas de cederle el asiento, pero no le salía, hasta que, de pronto se armó de valor, y en voz muy baja acomodó su casaca en el brazo del asiento, y le dijo – puedes sentarte aquí si quieres, - señalando el brazo del asiento, mientras acomodaba su casaca para que este más cómoda - ¿y, no querés que me siente en tus piernas también? jajaja – pregunto riendo genuinamente a carcajadas. Haciendo que Manuel, se pusiera rojo de la vergüenza, y de inmediato se puso de pie, para cederle el asiento, diciendo, - no quise ser grosero, disculpa, siéntate, por favor – Ella sonrió de nuevo, y no le dejó ponerse de pie, - estoy bromeando boludo… si querés me siento en tus piernas de verdad, - le dijo, socarrona, mientras se acomodaba en el brazo del asiento y apoyaba su brazo sobre la cabeza de Manuel, en el asiento. – Uff ­-  respiró fuerte, - de verdad estaba recansada, y comprobé que eres un caballero, pero no te quería incomodar, o la verdad si quería jajaja – reía más tranquila. - ¿Viajas sola? - preguntó Manuel. - Con mi mamá – contestó ella, - está ahí sentada en la maleta – a lo que Manuel, intentó ponerse de pie nuevamente, pero ella lo impidió, - tranquilo, si me canso te digo para cambiar, no te preocupés –

 

Camila, le contó que habían estado en Cusco casi diez días y que habían visitado Machu Picchu, le contó lo mucho que le gustó verlo por primera vez, y lo hermoso que era su país, le contó que era de Argentina de un lugar llamado Formosa frontera con Paraguay, que hacía poco había acabado la secundaria y que iba a estudiar medicina veterinaria. Él, le contó que era de Tacna y que había empezado a estudiar derecho y que sería abogado como su padre. Ella le contó que era hija única y que su padre no vivía con ellas, pero que se llevaban bien. Él le contó que tiene una hermana menor, que piensa estudiar medicina. Se conocieron en esas horas de viaje, y conversaron de muchas cosas hasta que ella de pronto se calló. Él la miró y estaba dormida y no quiso molestarla. Ambos callaron. Volteó la cara y de reojo vio a Rosario que también dormía acomodada en su maleta. Mientras Camila dormía resbalo el brazo sobre el cuello de Manuel, y el no dijo nada, pronto, su cuerpo cayó suavemente sobre el suyo y Manuel callo sin decir nada, y solo atinó a acomodarla, prácticamente la tenía sobre sus rodillas y su rostro muy cerca de él. Manuel, pensaba si hacia bien en quedarse callado, miro a la señora de su costado y ésta también dormía, no quería aprovecharse de ella, pero tampoco quería despertarla, sabia el mal momento que había pasado, que casi no había dormido, y que estuvo parada muchas horas mientras esperaba ayuda. Había compartido con ella un jugo de naranja que llevaba encima y unos bizcochos que compro en el terminal terrestre antes de subir al bus, así que ya no le preocupaba que tuviese hambre. Estuvo nervioso un rato, hasta que también sucumbió al sueño. Pronto despertaron ambos, ella sentada en sus piernas y abrazada a su cuello, y el, cogiéndola por la cintura para que esté cómoda y no caiga. Al despertar, ambos se miraron con los rostros muy cercanos el uno del otro, y ella con una sonrisa en el rostro le señalo las manos y preguntó - ¿estas cómodo? – haciendo incomoda la situación en un segundo, soltándola inmediatamente, lo que hizo que resbalara y para evitarlo la sujeto otra vez, y ella se agarró de su cuello. Claramente, no eran ajenos el uno del otro, ambos se gustaban, y ella susurró – ¿dónde estuviste mientras yo estaba en Cusco? – Buscándote sin encontrarte - susurró él. casi de inmediato. Ambos rieron, y estuvieron a punto de besarse, pero la señora del costado también despertó, y los miró como juzgando, quebrando una vez más el momento. Ella se acomodó otra vez, pero ya hablaban con más confianza. – ¿quieres sentarte? – preguntó Manuel, y ella esta vez aceptó. Ella ocupó el asiento, y él se puso de pie. - Sentáte en mis piernas, si querés – le dijo. - No me soportarías, - le contesto, mientras se acomodaba en el brazo del asiento y apoyándose en la cabecera del mismo, siguieron conversando sobre el futuro inmediato, - ¿Qué harás al llegar a Arequipa? – pregunto el, - cogeremos un bus de inmediato a Lima, pues debemos llegar hoy mismo, que sale nuestro avión hacia Argentina, ¿y, tú?, - pregunto ella, - Igual, - contesto el, - tomaré otro Bus hacia Tacna – mientras hablaban, sus manos se habían juntado sin saber cómo o en qué momento, y viajaron tomados de la mano, ambos se acariciaban el dorso de la mano con el pulgar, ¿en qué momento se habían dado tanta confianza?, ¿en qué momento se empezaron a acariciar?, - acompañáme a Lima le dijo, Camila, con voz risueña. - ¿Y qué haría allá? - contesto el, - igual tomarás un avión hacia argentina hoy mismo, - continuó, - Tenés razón – contestó ella, con la tristeza de quien debe separarse del amor de su vida, - pero podemos comunicarnos, ¿no?, ¿o se enoja la novia?con la clara intención de conocer el estado civil o romántico de Manuel, - No tengo novia – contesto él, mientras con un dedo acariciaba el brazo de Camila. Ella se puso de pie de nuevo, y le pidió que el tomase asiento, luego se sentó sobre él y volvió a coger su mano, - Manuel, se incomodó un poco, pues Rosario los veía; luego miró a Camila haciendo un gesto para que también se diera cuenta, pero ella hizo otro gesto, y cogió su mano aún más fuerte, como diciendo que no le importaba nada, y volvió a decirle susurrando - ¿dónde estuviste mientras estábamos en Cusco?, en ese momento, el bus ya había entrado a la ciudad, - Mira, ya entramos a Arequipa – dijo él, señalando la ventana. El bus en pocos minutos había entrado al terminal terrestre de Arequipa, y los pasajeros habían empezado a ponerse de pie mientras arreglaban sus cosas disponiéndose a bajar, Rosario, también hizo lo propio y se puso de pie. Camila, abrió una mochila y cogió un lapicero de tinta liquida, y anotó un correo electrónico en la palma de la mano de Manuel y le pidió que hiciera lo mismo, el anoto su correo también en la palma de ella. Luego se dieron un abrazo fuerte e interminable, como quien abraza a un gran y entrañable amor. El Bus había parado, las personas empezaron a bajar, - nos vemos – dijo ella, mientras se paraba cogía su mochila y ayudaba a Rosario a llevar la maleta. Rosario se despidió de Manuel, con un gesto de cabeza y Manuel, contestó, con un “hasta luego. Y permaneció sentado mientras ellas se alejaban, pensando en que nunca le había pasado algo como lo que había sucedido ese día, y no lo podía creer, y tampoco nadie se lo iba a creer. Luego cogió su mochila y recordó la cámara y pensó – Dios… ¿por qué no le tomé una foto? – mientras bajaba del bus. Para entonces, Camila y Rosario habían desaparecido en la distancia, entonces miró su palma y solo un borrón asomaba en su piel. Jamás se dieron un beso, y aunque ambos pensaron que habían conocido al amor de sus vidas, sabían que lo que pasó en ese bus gracias a ese accidente, quedaría grabado para siempre solo en el recuerdo de los dos.

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